Kimberly Taveras. No te detengas

Opinion16 de octubre de 2023JCJC
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Javier Fuentes. Bronx, NY. Politólogo y Teólogo.

Artículo de opinión 

Indiscutiblemente que con el proceso de desarrollo social,  en que el cambio de  de los distintos regímenes se dio, así mismo, en ese orden se subordinó a la mujer, quien ejerció por un tiempo el matriarcado, y en él, allí su opinión tenía mayor valor.

La subordinación trajo  consigo que en cada aspecto social y de desarrollo intelectual la mujer tuviera un rol pasivo. 

No es un fenómeno de hoy sino de años atrás; en el cuál el rezago ha ido imponiendo un modelo en que la mujer es subvalorada no importando ni siquiera su nivel social.

En pleno siglo XXI en que las mujeres se han empoderado en cada área del saber y del desarrollo, esta situación de discriminación subyace de manera latente aun en medio de las distintas leyes o propaganda publicitaria de organizaciones que “luchan por la igualdad”.

Participar en política, ser empresaria o ejecutiva en cualquier área, escribir poemas y que en ocasiones sean eróticos -yo uso la frase vagabundo- es cómo colocarla dentro de una conducta de mala mujer sin ningún escrúpulo o purito sagrado. 

A la mujer se le niega la libertad de expresar no tan solo lo que siente sino también lo que ve y puede ser narrado por ella. 

La realidad del por qué, y que en cualquier país sucede, es conocida y no hay razón ahora para analizarla a profundidad.

Hay pocas mujeres en estos escenarios y, se debe a patrones de conducta culturales de  creer que la mujer no merece tal participación y que su rol debe seguir siendo el de lavar y cuidar los niños. 

Es un hecho cierto que en las mayoría de bibliotecas  los grandes títulos son de hombres. Y las principales sillas de los parlamentos también. Es un asunto generalizado en cualquier partido político, empresa y aun con casas editoras. 

Podemos decir que hay una actitud machista y sexista. 

Las mujeres tienen un grave problema porque si usan ciertas metáforas o figuras retóricas se les relaciona en lo inmediato con ciertas experiencias personales y si suben un rango “se acostó con el jefe”, es más en la literatura hasta el grado de llamarla poetisa en estos tiempos la degrada. 

Cuando no se reconocen los derechos de un genero se ejerce violencia, en este caso, hay violencia contra las mujeres al no estar en igualdad. 

Y cuando se quiere justificar que las mujeres no tienen en su producción empresarial, política y literaria la misma calidad que la de los hombres, se ejerce discrminacion y violencia. 

Es una violacion no sexual. Hay que romper el canon.

Esto lo escribo a propósito de Kimberly Taveras, a quien en lo personal no  conozco, pero que ha ido rompiendo patrones de exclusividad masculina.

Referirse a ella por distintos medios, y más sin pruebas (otra mujer), es querer apagar su luz. 

Yo, que creo conocer la naturaleza humana, digo que es por envidia de aquellos y aquellas que sufren el éxito ajeno y sienten más dolor sino son de su misma clase. 

Kimberly Taveras, no te detengas, tu espacio es el esfuerzo de lucha y sacrificio de los que con el mayor de los esfuerzos sin garrocha han dado el salto del triunfador.

Te veo en el congreso haciéndole honor a tus ideas. 


Tú éxito es de verdad, la envidia es de mentira.

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